El Último Refugio (2018 Ciclo Onírico)





Día 1
En el lugar en el que nos encontramos este reducido grupo de desdichados, he decidido escribir este diario, como último testigo de un mal sueño, aunque dudo que nadie vaya a leerlo nunca y en el que voy a relatar los fatídicos hechos que nos han llevado a esta desesperada situación.

No sé cuánto vamos a resistir, pero aunque sea al menos para mantener mi entereza mental, trataré de plasmar lo más fielmente posible lo que nos ha sucedido desde que comenzó este horror y lo que nos vaya sucediendo en los próximos días, así como mis propias inquietudes, temores y esperanzas.
Nos encontramos refugiados en una gran sala del hotel de un complejo turístico del Caribe, al que llegamos recientemente para pasar unos días de vacaciones. Una de las paredes es una gran cristalera a través de la cual se ve perfectamente la playa y el mar, hasta ayer un lugar maravilloso; pero una sola persona ha convertido este paraíso en un infierno apocalíptico.
Por la mañana, estaba charlando con un miembro del grupo y por lo que me contó deduje que es un científico o ingeniero nuclear o algo así. Años dedicados a la investigación pero sin tiempo para disfrutar de los placeres de la vida, y ahora que decide tomarse unos días de merecido descanso, los médicos le han diagnosticado una enfermedad, un cáncer terminal. Me explicaba que al parecer le queda muy poco de vida y está tan asqueado que ha decidido irse a lo grande.
Pero quién podía imaginarse el significado de esas palabras; el caso es que desde el otro lado de la mesa en la que nos encontrábamos, vi como de improviso, extrajo de un bolsillo de su chaqueta un pulsador redondo de color rojo, lo puso encima de la mesa y lo apretó.
Y de pronto un gran estruendo resonó por todas partes haciendo tambalearse todo el edificio. Comencé a oír gritos de espanto y a ver a las personas que allí estábamos, cómo se agolpaban frente a la cristalera llevándose las manos a la cabeza unos o cayendo otros de rodillas entre alaridos y llantos desesperados...

Me levanté súbitamente de la silla, justo en el momento en el que esta  persona salía corriendo de la sala gritando que el Apocalipsis había comenzado, y al acercarme a dónde estaba aquel grupo de personas, pude ver con incredulidad una gran nube en forma de hongo que se elevaba lenta y silenciosamente en el hasta entonces azulado cielo caribeño.
Un hongo nuclear, sí, una explosión nuclear a pocos kilómetros de distancia de dónde nos encontramos. Multitud de pensamientos se agolparon en ese instante en mi mente. ¿Por qué?. ¿Qué desesperada locura aniquiladora ha llevado a esta persona a cometer tal barbarie?. ¿Pero qué es lo que había activado ese interruptor?.
Pronto, las noticias me trajeron la respuesta a esta última pregunta. Este individuo de alguna manera ha logrado desarrollar un dispositivo capaz de activar por control remoto todos los silos y complejos nucleares repartidos por todo el mundo, y estos han hecho explosión a la vez.
Uno de estos silos se encontraba ubicado cerca del complejo turístico en el que nos encontramos y a través de la cristalera del comedor, ayer pudimos contemplar atónitos el inicio del fin del mundo.

Día 2
Han pasado algunas horas desde entonces, horas protagonizadas por la desesperación y la angustia. Las comunicaciones se han cortado, no hay forma de saber qué está sucediendo en el exterior pero por alguna extraña razón, la onda expansiva no ha alcanzado este lugar, aunque sabemos que la radiación sí lo ha hecho rápidamente y se ha extendido como un manto invisible y mortal por el entorno del complejo turístico, aunque al parecer la que ha penetrado inicialmente en el hotel, es mínima y nula en la sala en la que permanecemos encerrados.
Esto nos ha permitido salir hoy de la sala y explorar algunas de las dependencias del hotel. Mientras avanzábamos por uno de sus pasillos, recuerdo que alguien me ha preguntado si podríamos salir en algún momento del edificio, a lo que le he respondido que salir al exterior sería un suicidio, pero que al menos tenemos una relativa libertad de movimientos dentro del hotel.
Sin embargo, conforme han ido pasando las horas, la radiación se ha extendido  poco a poco por todo su interior, salvo y por algún motivo que no logramos entender, por la sala en la que nos encontramos atrapados.
Hemos comprendido entonces que no vamos a poder abandonar este lugar en días o incluso meses, por lo que hemos llegado a la conclusión de la necesidad de organizarnos para poder convivir en este espacio cerrado todo el tiempo que sea necesario.

Día 3
A esta grave situación, se ha sumado otra aún peor, que es la aparición de personas cuyo código genético ha sido al parecer modificado muy rápidamente por una radiación muy virulenta que les ha transformado en pocas horas en zombies o mutantes muy agresivos.
Estas aberraciones mutantes, han intentado entrar ya en la sala, en varias ocasiones con el objetivo de transmitirnos su alteración genética para convertirnos a su “especie”, pero afortunadamente no lo han logrado todavía gracias al gran portón que aísla la sala del resto del edificio. Este portón es de gruesa madera y se atranca desde el interior gracias a un pestillo que convierte el lugar en el que nos hallamos, en una auténtica fortaleza inexpugnable.
Ante esta situación y como ya he explicado, hemos visto que es necesario organizarnos para resistir atrincherados en este lugar y crear algún tipo de estructura social en la que cada miembro del grupo tenga una función concreta. Evidentemente lo primero, ha sido elegir a alguien para dirigir al grupo, para lo cual, esta tarde, una persona con la que entablé amistad hace unos días, me ha propuesto para ejercer esa responsabilidad y de esta manera me he convertido en el líder de esta pequeña comunidad de supervivientes, prometiéndoles que haré todo lo posible por asegurar un buen funcionamiento del grupo, pero indicándoles también que yo solo soy uno más y que todos tendremos que arrimar el hombro si queremos crear una estructura social bien organizada.

Día 4
Hoy hemos comenzado una nueva jornada haciendo un recuento del número de personas que permanecemos refugiados en esta sala; 25 almas atrincheradas, resueltas a resistir el tiempo necesario los constantes intentos de la horda zombie por invadir nuestro refugio y transmitirnos su genética, convirtiéndonos así en miembros de su fatídica comunidad.
Será vital pues, dotarnos de los recursos necesarios para defendernos de nuestros enemigos, así que he optado por crear una pequeña milicia formada por los hombres más ágiles y fornidos capaces de enfrentarse con garantías de éxito a los zombies en caso de combate. De este grupo de hombres, he destacado a uno que considero por su astucia, habilidades y coraje, como el más apropiado para comandar esta pequeña milicia.
Su primera misión será la de explorar mañana, las dependencias del hotel más próximas a nuestro refugio al objeto de recoger todos los suministros y útiles que podamos encontrar. Afortunadamente en el momento de las explosiones había en esta sala víveres suficientes como para alimentar a nuestro grupo durante unos cuantos días, supongo que en su momento también fue usada como comedor o lugar de almacenaje de alimentos, pero sabemos que llegará el momento en el que estos víveres se agotarán por mucho que los racionemos, por lo que hemos decidido explorar las zonas del hotel más próximas a nuestro refugio. Somos conscientes de la presencia de la radiación pero consideramos que si las incursiones que hagamos no duran mucho, no estaremos demasiado tiempo expuestos y recibiremos pequeñas dosis que no tendrían por qué resultar demasiado dañinas.
Más peligroso es la presencia de los zombies que pululan por el hotel,  dispuestos a caer sobre cualquier incauto que se atreva a abandonar su refugio, como es nuestro caso; pero lo cierto es que no tenemos otra opción que aventurarnos por el interior del hotel, en busca de recursos para nuestra gente. Yo mismo acompañaré a la milicia en la primera partida de exploración.

Día 5
Esta mañana hemos abandonado cautelosa y silenciosamente la seguridad de nuestro refugio. El pasillo estaba en penumbra y lentamente nos dirigimos hacia una sala cercana que creíamos que sería el comedor del hotel por lo que era lógico pensar que la cocina no estaría muy lejos.
Sin embargo, al entrar en el comedor hemos sido sorprendidos por un grupo de infectados que permanecía en aquel lugar y que rápidamente se ha abalanzado hacia nosotros lanzando espantosos alaridos de satisfacción convencidos de nuestra captura.
Sin ninguna opción de defensa, sólo hemos podido hacer una cosa, huir. Regresar corriendo a nuestra “fortaleza”, tan rápidamente como hemos podido. Perseguidos por una enloquecida horda de mutantes, hemos logrado apenas alcanzar la sala, cerrar el portón de madera y correr el pestillo justo en el momento en el que decenas de zombies se han abalanzado sobre la puerta en un intento de derribarla, aunque a pesar del fuerte golpe y el gran estruendo, esta ha resistido, manteniéndonos protegidos del horror que nos acecha al otro lado.
Tras recuperar la calma, hemos comprendido que sin armas con las que defendernos no podremos realizar nuevas incursiones por el hotel, pero de pronto nos hemos percatado de la existencia de otras dos puertas por las que por su tamaño deben de accederse a otras tantas habitaciones en las que no habíamos reparado hasta ese momento. ¿Qué podrá haber allí?. Evidentemente  es necesario realizar una exploración.

Día 6
Hoy hemos elegido al azar una de las dos puertas que descubrimos ayer y para nuestra sorpresa la hemos abierto sin ninguna dificultad y lo que hemos descubierto nos ha llenado de una alegría indescriptible, porque en la penumbra, hemos observado que este lugar es un arsenal en el que había almacenada una gran cantidad de armas de fuego de todo tipo,  fusiles, rifles, pistolas y docenas de cajas de munición, además de numerosas armas blancas, como hachas y cuchillos.
¿Por qué se ha guardado este arsenal en el oscuro almacén del hotel de un complejo turístico?. En realidad, poco importan ahora los motivos, lo importante era que allí había armas para todos los miembros del grupo y que a partir de ahora nuestras opciones de supervivencia en próximas incursiones por el edificio han aumentado exponencialmente.
Pero entonces alguien ha caído en un detalle que habíamos pasado por alto. ¿No parecía como si los zombies que nos sorprendieron ayer en el comedor del hotel, nos hubieran estado esperando emboscados?. ¿Acaso conocían nuestros movimientos?. Una terrible sospecha ha comenzado a adueñarse de nuestras mentes. Estos seres, mutantes alterados genéticamente por la radiación de la explosión nuclear, deben de estar coordinados siguiendo una estrategia táctica, es decir o son más inteligentes de lo que creemos y no responden únicamente a sus instintos primarios o lo que nos parece incluso más factible, que están dirigidos por un ser superior que de alguna manera los controla mentalmente desde algún lugar. En ese caso, esta posibilidad confiere a las hordas zombies, el carácter de ente colmena, un único organismo dirigido por un líder que está conectado con todos sus miembros, lo que le permitiría ver a través de ellos todo lo que suceda a kilómetros de distancia de donde se pueda encontrar.
Pronto hemos comprendido que esta es la opción más plausible y tras esto una terrible revelación nos ha golpeado de tal manera, que nos ha hundido en una agónica desesperación. Aquí, en nuestro refugio, hemos comprendido qué ha sucedido en el exterior durante el tiempo que ha transcurrido desde las explosiones nucleares.

Día 7
El mundo se ha reorganizado rápidamente, y los seres vivos, humanos, animales y plantas, aún manteniendo su individualidad, forman ahora parte de un todo conectado entre si y controlado por un único ser, alterado genéticamente, sublime y todopoderoso, cuyo objetivo es el de poner fin a lo viejo, lo caduco, lo obsoleto y sustituirlo por un mundo nuevo, perfecto y comunal. Y para ello es necesario poner fin a los últimos reductos de esta vieja y decadente sociedad a la que considera responsable de su propia destrucción.
Me imagino a aquel ser, sentado en una especie de trono, dirigiendo mentalmente, a miles de kilómetros de distancia, a todos los seres vivos supervivientes del apocalipsis con un único objetivo, transformar el planeta en un único ente gobernado por quien el destino le ha designado para convertirse en un nuevo dios.
Y también he comprendido que a pesar de nuestros esfuerzos por sobrevivir a aquel terrible mundo que nos acecha en el exterior, tarde o temprano, acabaremos sucumbiendo y siendo protagonistas del último y desesperado estertor de una era que está a punto de llegar a su fin.

En estos pensamientos estaba inmerso, cuando un grito me ha hecho volver a la realidad. Un miembro del grupo, se estaba debatiendo entre dolorosas y punzantes convulsiones y de pronto h
a expulsado un verdoso, repugnante y maloliente vómito, tras lo cual se ha desplomado en el suelo. Es la señal inequívoca de que la radiación se ha apoderado de su organismo. Comprendemos que esta persona está condenada y el temor de que se transforme rápidamente en un zombie, me ha hecho tomar una terrible decisión, pero es necesaria para la integridad del grupo; entre cuatro personas lo hemos transportado hasta el pasillo del exterior y tras abandonarlo a su suerte, hemos regresado a la seguridad de nuestro refugio, atrancando de nuevo el portón.
La desesperación ha hecho mella en nuestra pequeña comunidad. El goteo, lento pero inexorable de bajas, ha comenzado. ¿Quién será el siguiente que presente los agónicos síntomas de la contaminación radioactiva?. ¿Que ocurrirá si de pronto más de un miembro del grupo se transforma?. ¿Podremos contenerlos entre los que quedemos?. ¿Quién será el último de los supervivientes en transformarse?. ¿Será acaso el último representante  de la humanidad?.

Día 8
Estamos condenados; eso es tan cierto como cierto es que tenemos que resistir todo lo que podamos, viviendo el día a día con un único objetivo, resistir una jornada más.
Hoy hemos sufrido dos incidentes que nos hacen pensar que nuestro enemigo, ese ser misterioso que gobierna el mundo desde algún remoto lugar, se ha fijado en nosotros y está tratando de acabar con nuestra resistencia, lo que sin duda conseguirá dentro de poco tiempo.
No sabemos de dónde ha salido, pero un extraño animal se ha colado en nuestro bastión. Es sin duda una mariposa, grande y con las alas blancas y moteadas con un punto negro en cada una. El insecto ha revoloteado por la sala hasta posarse en el brazo de un miembro del grupo. Su presencia ha roto la monotonía diaria de nuestro encierro y ha contribuido al aumento del pesimismo que se ha adueñado del grupo. Estoy seguro de que esta mariposa estaba alterada genéticamente por la radiación y era una criatura del nuevo orden. No lo he dudado ni un instante, convencido de que el líder supremo de los mutantes nos estaba observando a través de esta criatura, analizando nuestras defensas y nuestras debilidades para preparar un ataque, me he acercado hasta esta persona y de un manotazo he arrojado al insecto al suelo, para a continuación,  aplastarla de un pisotón.
Pero cuando pensábamos que nos habíamos librado de nuevo de la observación del causante de nuestras penurias, hemos sufrido un nuevo ataque que nos ha confirmado que el enemigo ha decidido acabar de una vez con nuestra resistencia, lo que hace que tenga el convencimiento de que nuestro fin está cada vez más cerca.
Esta tarde otro miembro del grupo ha encontrado una flor que ha crecido de manera repentina en el suelo de la sala. Es una flor hermosa, semejante a una gran margarita con los pétalos de un color rojo muy oscuro. Su aroma es delicioso, pero la sola visión de esta planta me ha generado una sensación de fatalidad, que no he sabido interpretar hasta que ha sido casi demasiado tarde.
Mientras se estaba deleitando con su embriagador aroma, la persona que ha descubierto la flor, ha comenzado a sufrir convulsiones y espasmos hasta que ha caído al suelo casi inconsciente. Intuyendo las causas de este comportamiento me he apresurado a auxiliarle y he comprobado que tenía serias dificultades para respirar. Indudablemente se estaba asfixiando y en ese momento he visto brotar de la flor una especie de raíz viscosa, que se le ha introducido por la boca y la nariz, impidiéndole tomar el aire necesario. Se ha deslizado suavemente cual fría y silenciosa serpiente hacía el interior del cuerpo con el objetivo, no sólo de impedirle pedir auxilio, sino también, y de eso estoy totalmente seguro, de alcanzar su cerebro.
Pero cuando parecía que ya no había esperanza en la salvación de este pobre desdichado, he logrado separar la flor de su raíz y agarrando esta por un extremo he estirado con fuerza logrando extraer por la nariz, medio metro de una especie de grueso tentáculo vegetal de forma tubular que se ha debatido en el suelo hasta que tras pisotearlo varias veces, ha quedado definitivamente inerte.  
De no habernos percatado a tiempo del extraño comportamiento de la víctima, el líder de los infectados hubiera tenido acceso a nuestro refugio, infiltrándose a través de la mente de uno de los nuestros, y conociendo así todos nuestros movimientos.
Este nuevo intento de acabar con nuestra resistencia, no es sino una demostración más del poder de este terrible ser, que se ha adueñado del mundo para convertirlo en una pesadilla de horrores, en la que hasta las plantas juegan su papel al servicio del apocalipsis en el que estamos inmersos.
Afortunadamente lo hemos atajado a tiempo, pero sé que pronto conseguirá su objetivo y que de una manera u otra logrará penetrar en nuestro refugio y transformarnos en individuos del ente colmena del que es su líder supremo.

Día 9
El fin se aproxima, y cada vez que algo, por muy insignificante que sea, altera el lento y monótono discurrir de las horas, nos hace poner en tensión y estar preparados para una última defensa.
Hace poco, un ruido procedente de la habitación que aún no hemos explorado por miedo a encontrarnos en su interior algún nuevo horror mutante, nos ha puesto de nuevo en alerta.
Hemos visto como la puerta de esa dependencia se entreabría silenciosamente desde el interior. Una bocanada de absoluta oscuridad, se ha desbordado hacía la sala en la que nos encontramos, pero a pesar de que ya nos temíamos lo peor, nada ha sucedido. Sólo extraños sonidos que indican de manera inequívoca,  que algo se oculta en ese lugar. Todos hemos sentido que algo terrible estaba a punto de abalanzarse sobre nosotros, desde las entrañas de esa masa de nefasta oscuridad, así que con nuestras armas preparadas para ser usadas en cualquier momento, hemos formado un semicírculo frente a la puerta, esperando un ataque inminente.
Sin embargo, nada ha sucedido; los sonidos han seguido produciéndose, pero no hemos logrado identificar su origen. Sin embargo era evidente que algo se ocultaba en algún rincón de la estancia. De manera que el líder de la milicia ha optado por adelantarse y entrar en la misma para forzar a lo que fuera que hubiera ahí dentro a mostrarse. No hay nada más angustioso que sentir la sensación de que algo terrible te acecha y no poder saber cual es la naturaleza de ese horror o cuando se va a abalanzar hacía uno. Es preferible afrontar el miedo cara a cara y para eso, es necesario tomar la iniciativa, en un único y definitivo acto que puede significar tu fin o tu salvación. Así es como nos hemos sentido cuando este valiente ha avanzado hacía el interior de la habitación y ha sido tragado por la ominosa oscuridad.
Evidentemente, el temor que todos sentíamos, era que allí se ocultase un zombie o alguna otra especie de engendro mutante, como el insecto o la planta que ya he descrito. Nuestro líder militar, con una linterna en la mano nos ha ido describiendo todo lo que había en el interior de este almacén, pues de eso se trata, de un almacén donde había acumuladas decenas de bidones de plástico, de color negro y forma cilíndrica, que en su momento debieron de contener algún líquido, posiblemente combustible, pero que ahora estaban completamente vacíos.
Conforme nuestro explorador ha ido retirando los bidones que han rodado por el almacén y por el espacio que cubrimos desde nuestra posición, hemos advertido que el causante de esos sonidos se ha ido replegando hacía el fondo de la habitación, hasta que al no tener otro lugar en el que ocultarse, ha abandonado su escondite y sorteando los bidones ha salido a la luz de la sala, ante nuestro asombro.
En seguida hemos comprendido que se trataba de un cachorro de perro, que de alguna manera ha quedado atrapado en el almacén en donde ha permanecido oculto hasta que probablemente el hambre y la sed le ha obligado a bajar la guardia y buscar algo con lo que alimentarse.
Al principio hemos mostrado una gran cautela ante la posibilidad de que este cachorro sea otra aberración genética enviada por el enemigo para minar nuestra resistencia, pero pasado un tiempo y debido a su comportamiento afable y cariñoso, hemos llegado a la conclusión de que no ha sufrido los efectos de la radiación, y que está tan sano como nosotros, al menos en lo físico, no así en el ánimo, ya que la moral y la desesperación van haciendo mella, lentamente pero de manera inexorable entre todos nosotros, especialmente en mi mismo, ya que soy incapaz de vislumbrar otro futuro para esta pequeña comunidad que la transformación.   

Día 10
A pesar de todo lo que nos ha sucedido en los últimos días y si alguien puede leer esto alguna vez, cosa que dudo, podrá  imaginarse el alborozo que causó ayer la presencia del animal en este lugar; sobre todo entre los niños que hay en el grupo, especialmente en mi pequeña Aimar, que siente auténtica devoción por los animales en general y por los perros en particular. Es terrible la sensación de angustia que siento al verla derramar todo su amor sobre este nuevo compañero, ignorante del final que nos espera a todos; no puedo dejar de maravillarse cómo la mente de un niño puede abstraerse de tal manera que sólo vive dentro de los márgenes del presente y no es capaz de proyectarse hacía un futuro, siquiera inmediato.
Tal vez sea un mecanismo instintivo de defensa ante situaciones indeseadas que los adultos perdemos en algún momento de nuestras vidas, no lo sé, pero de lo que sí estoy seguro es de que ahora desearía poder anclarme en este presente. Pero no puedo, tengo una responsabilidad hacia este grupo de supervivientes, sé que acabaremos sucumbiendo pero mi misión es transmitir esperanza aún sabiendo que no tenemos ninguna posibilidad de sobrevivir.
No obstante, hasta en las situaciones más adversas hay momentos de tregua y de optimismo, los que te da el ver a estas personas organizando el día a día,  colaborando y ayudándose entre sí para sobrellevar este definitivo encierro, manteniéndonos a salvo una jornada más, de los horrores mutantes que nos acechan desde el otro lado del gran portón de la sala, convertida en nuestro último hogar. ¿Es cierto que en las situaciones más adversas es cuando sale lo mejor de cada uno?. No lo sé, pero desde luego, aquí, entre estas tres paredes y esta gran cristalera a través de la cual intuimos la desolación que se ha adueñado del mundo, se ha manifestado algo que forma parte de nuestro código genético, de nuestro instinto común; la necesidad de asociarse en torno a la más  importante y vital necesidad inherente al ser humano, nuestra supervivencia como especie.
Pero lamentablemente ya es tarde, porque probablemente seamos los últimos representantes de una humanidad que olvidó hace mucho tiempo esa necesidad vital. Acomodada en su propia autosuficiencia, ha caminado por los senderos de la historia hacía su propia destrucción. Tal vez sea el final natural de uno de los muchos ciclos que componen el total de la existencia de nuestro mundo. Una existencia en la que nosotros, los seres humanos, sólo hemos sido un triste y lamentable chasquear de dedos. Pero durante el poco tiempo en el que hemos hollado el planeta, hemos tenido la oportunidad de hacer las cosas de otra manera y de evolucionar hasta ser los dioses de nuestros propios dioses.
Sin embargo y a pesar de las muchas voces que durante las últimas décadas se han alzado advirtiendo al mundo sobre su nefasto destino de seguir por esta senda, no ha sido posible. La ignorancia, la terquedad, la ambición, nos ha llevado a este momento, en el que 24 personas, los últimos 24 representantes de una era a punto de extinguirse, hemos sido llamados para entregarle el relevo a una nueva especie, un ente global, gobernado desde algún lejano rincón del mundo, por una terrible criatura que se mofa de nuestra ridícula resistencia y que está creando un nuevo orden, basado en la comunión de todos sus miembros. Una supercolmena, en la que cada individuo conoce su misión y la ejecuta sin vacilar, porque su instinto le dice que así ha de ser, ya que es su contribución a este nuevo orden, magnífico y terrible a la vez.

Día 11
No voy a escribir más, esta va a ser la última entrada en este diario, no tengo la entereza para seguir haciéndolo; ser conocedor de nuestro destino, me ha sumido en tal apatía que el esfuerzo de tratar de dejar constancia de los hechos que nos han acaecido estos últimos días, sabiendo que no va a haber nadie que vaya a leerlos, no merezca la pena, ni siquiera como ejercicio para mantener la cordura.
Termina otra jornada y seguimos resistiendo, pero tengo la sensación de que el final está ya muy próximo; es una intuición convertida en certeza. Tal vez sea mañana o dentro de unas pocas horas, cuando el mundo despierte, digo bien, despierte en una nueva era y ponga punto final a un sueño convertido en una terrible pesadilla que se difuminará entre las brumas de un nuevo amanecer.




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